top of page

Manuel Cabré, mejor conocido como El pintor de El Ávila”, fue un trascendental paisajista hispano-venezolano, nacido un 25 de enero de 1890, en Barcelona, España.

Desde corta edad supo poner en marcha su vena artística, la cual heredó de su padre, Ángel Cabré, escultor y artista español. Llegó a Venezuela con tan solo 7 años, pues su padre había sido invitado por el mismísimo presidente Joaquín Crespo para la realización de obras públicas de la llamada “Caracas crespista”. Debido a la situación económica de sus padres, le tocó trabajar desde corta edad. Entre los oficios que realizó, se dice que trabajó vendiendo comida en el mercado de San Jacinto, mientras dedicada su tiempo libre a la pintura.

En 1904, con tan solo 14 años, ingresó a la Academia de Bellas Artes, donde dos años después obtiene su primer premio con un cuadro titulado “Paisaje de la Sabana del Blanco”. Sin embargo, en 1909, decide abandonarla, tras participar en una huelga estudiantil que se levantó en contra de los procesos de enseñanza acartonados de esta institución.

Junto a otros artistas fundó en 1912 el Círculo de Bellas Artes, primer movimiento artístico en el país que buscaba el cambio de la enseñanza artística y otro tipo de representación del paisaje. Es así como Cabré consolida su visión naturalista, que lo llevaría a retratar los más variados paisajes de la ciudad y del Ávila, trasladándose siempre al espacio natural, y tratando con su pincel de reproducirlo lo más semejante posible.

Cabré nunca se limitó, por lo que luego de unas serie de exposiciones exitosas en Caracas, se trasladó a París, donde vivió una década (1920-1930) y continuó su formación en algunas de las principales academias de arte como La Grande Chaumiére y Colarossi. La muerte de su compañera Germaine signó su regreso a Caracas, donde permanecería hasta su muerte.

En 1931 ya en Caracas, se dedicó a captar profundamente la naturaleza de su país. Viajó a diferentes lugares, siendo su pincel y su lienzo su principal compañía. De 1960 hasta alrededor de 1975, se inició un periodo en la vida del artista que estaría dedicado a retratar la montaña del Ávila. En 1980, su edad le impedía trasladarse hacia ambientes naturales, pero su creatividad y chispa se mantuvo viva hasta su muerte, ocurrida el 26 de febrero de 1984.

Entre sus títulos destaca la fundación del Círculo de Bellas Artes y la escuela de paisajismo en el país. Además, fue director del Museo de Bellas Artes de 1942 a 1946, siendo presidente Medina Angarita.

Obtuvo numerosos premios y reconocimientos, entre los cuales figuran: Premio Arístides Rojas (1944), Premio Nacional de Pintura en Venezuela (1951), Premio Antonio Herrera Toro (1955), la Orden Andrés Bello en su primera clase (1971) y la Orden Francisco de Miranda, en su primera clase (1978). Además, cabe destacar que 10 de sus obras pertenecen al patrimonio artístico de la nación y se encuentran custodiadas por la Galería de Arte Nacional.

Aunque no es venezolano de nacimiento, Cabré creció con un profundo amor por Venezuela y sus paisajes. Su carrera es considerada una de las más fecundas del arte venezolano y su amor por el Ávila es ahora compartido por miles.

Podría decirse que Cabré contagió a toda una generación de pintores, quienes también se dedicaron a plasmar en el lienzo a Caracas y su Ávila inseparable. 

Fuentes consultadas: 
El pintor de El Ávila 
bottom of page