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Existía también un tramo monocable (de un solo cable o guaya) que, partiendo de la estación de trasbordo Ávila (hoy Warairarepano), conectaba las estaciones de los teleféricos con el lujoso Hotel Humboldt. Era mejor conocido como “el teleférico de la cresta” y su uso era exclusivo para huéspedes del hotel.

Fue el sistema más pequeño del mundo, con una longitud total de apenas 500 – 600 metros. Para aquella época se presentaba como una obra futurista. Las cabinas dejaban a los pasajeros en el lobby de registro del hotel. Eran en total 8 cabinas.

Este sistema contaba, además, con dos torres de soporte a lo largo del recorrido. Estaba dotada de un cable estabilizador para poder controlar el fuerte viento que soplaba del mar. Las mordazas de acople eran fijas, por lo que las cabinas siempre permanecían guindando en la línea.

Cabe destacar, que no se contaba con una central de mantenimiento ni para desvíos, esto debido posiblemente al poco espacio disponible en la obra. 

La velocidad era particularmente reducida para facilitar el embarque y desembarque; sin embargo, la impactante vista  del océano y de la ciudad de Caracas no hacía pesado el recorrido.

En cuanto a las cabinas, llamadas popularmente "teleferiquitos" fueron construidas en la planta de Heckel debido a que su diseño era muy futurista. Eran de forma circular y enteramente vidriadas, disponían de 8 asientos de tela, sin embargo, la capacidad máxima era de 6 personas. Poseían además cenicero, radio con hilo musical, una batería con luces internas, intercomunicador y ventanas superiores abatibles, mientras que bajo los asientos se encontraba una pequeña escotilla de escape y depósitos armados con soga y sacos para posibles rescates.

Algunas cabinas perduran hoy día, pero nada más su esqueleto. Están ubicadas en la parte trasera de la estación Maripérez, pero no tiene acceso al público.

Estación Humboldt

Esta estación era la infraestructura de color naranja que se puede ver  al lado del hotel. En ella los pasajeros del teleférico desembarcaban las cabinas y por medio de unas escaleras podían acceder directamente al  lobby de registro del Hotel Humboldt.

Bajo la estación se ubicaban los depósitos del hotel y una cocina secundaria. Las paredes de la estación estaban recubiertas con cerámica siguiendo un patrón a modo de ajedrez, concepto visual que creaba un matiz con la neblina presente en el lugar.

En el marco de la restauración del Hotel Humboldt, Doppelmayr evalúa la posibilidad de instalar nuevamente entre la estación Ávila y el hotel, un teleférico simple de tipo  “vaivén” de una sola cabina con capacidad para 40 personas.

El teleférico de la cresta
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