Son aquellos bosques que ocupan una estrecha franja de transición entre las selvas tropófilas por un lado y las selvas nubladas por el otro. Suelen ubicarse entre los 1.500 y 1.800 m de altura, aunque los límites inferiores y superiores de esta formación son muy fluctuantes y por lo tanto difícilmente identificables, debido en parte a que la misma composición florística de estos bosques es muy heterogénea, por estar constituida por elementos pertenecientes a las formaciones vegetales adyacentes.
Bajo este nombre se incluyen aquellos bosques más o menos intervenidos por el hombre, quienes durante muchos años utilizaron este tipo de vegetación principalmente para el cultivo de café, de manera que se introdujeron como árboles de sombra del cafeto especies como el guamo y el bucare rojo.
En la selva de transición el estrato arbustivo se caracteriza por ser denso y su distribución es irregular pues depende también de las condiciones de luminosidad. Son representativos el yaguero y el santa maría
Es el paisaje vegetal más destacado y de los que están mejor conservados, debido probablemente a su difícil acceso y a su poca propensión de ser afectados por incendios forestales, esto debido a su microclima netamente per húmedo durante la mayor parte del año.
Se caracteriza por la presencia más o menos frecuente y constante de nubes y neblinas, así como árboles de porte elevado y siempre verdes como el guayabo de hierro, el almendro, diferentes matapalos, copeyes, abundando orquídeas, bromelias y helechos. Se presenta a una altura que va entre los 1.750/1.850 m y 2.000/ 2.200 m.s.n.m. Se encuentran especies diferentes a las zonas inferiores, gracias al tipo de suelo, la temperatura y la mayor humedad.
Son características también de esta franja una gran variedad de bambucillo y de palmas, entre las que destaca la bella y conocida palma real o palma bendita (ceroxylon ceripherum), que se entrega en Semana Santa. Por su parte, un árbol emblemático del bosque nublado avileño es el pinabete (podocarpus oleifolius).
