El doctor Knoche, quien compartía algunas creencias egipcias de la vida de ultratumba, construyó un sólido mausoleo para sí y su familia, sobre un peñón enorme, a unos 150 metros de la hacienda “Buena Vista”. A medida que fueron muriendo las diversas personas de la casa fueron embalsamadas por el doctor. Es impresionante lo intacto que se conserva.
En este lugar reposaron los cuerpos de:
1. Anna Muller Knoche (hija del Dr Knoche) geb. 10-06-1840/ gest. 23-01-1879
2. Heinrich Muller (esposo de Anna) geb. 2-11-1822 / gest 7-04-1881
3. Wilhelm Knoche (hermano del Dr) geb. 17-09-1817 / gest. 07-09-1874
4. Josephine Weimann (enfermera y hermana de Amalie- geb. 29-06-1830 / gest. No aparece fecha de muerte)
5. Gottfried Knoche (el médico- geb. 17-03-1813 / gest. 2-01-1901)
6. Amalie Weismann (enfermera- geb. 2-02-1838 / gest. 1926)
Las abreviaciones geb y gest significan en alemán nació y murió respectivamente.
Cerca de la escalinata de cemento, que conduce a la entrada del mausoleo, se halla una cruz colosal de madera y a su lado hay un banco rústico de piedra y cemento, donde se dice que el doctor Knoche, y posteriormente su enfermera Amelie, , la última en morir, se sentaban a meditar, por lo que recibía el nombre del “Banco de la meditación”.
El mausoleo servía también como mirador. A la derecha de la puerta se conserva una escalerilla de cemento y piedra que conduce a la azotea, desde donde se podría disfrutar de una extraordinaria vista sobre el litoral, sino fuese por la densa vegetación que ahora lo rodea y le confiere un halo de misterio.
Hoy día, es lamentablemente el olvido histórico y patrimonial de este lugar, tragado por la maleza, engullido por el olvido, lleno de hongos y grietas, que hacen casi imposible al visitante imaginarse como era este lugar en el pasado.
Si bien ha habido intentos de particulares por restaurar estas edificaciones, no se ha contado con el apoyo gubernamental para llevar a cabo las restauraciones necesarias que le permitan devolverle su esplendor.
La llave del mausoleo
El doctor Knoche fue el penúltimo en morir en “Bella Vista”, el 2 de enero de 1901, a la edad de 88 años. La única sobreviviente en ese entonces, su enfermera Amalie Weismann, lo embalsamó y lo colocó en su nicho en el mausoleo familiar, de acuerdo a su voluntad.
De acuerdo con instrucciones del doctor, al morir todos los habitantes de “Bella Vista” la llave debía ser arrojada al mar y no podía ser develada la fórmula secreta de momificación. Pero, ¿qué pasó realmente?
Amalie vivió unos 25 años en soledad en la Hacienda Buena Vista, donde se ocupaba de las momias y hasta conversaba con ellas. También tuvo que lidiar con las visitas constantes de excursionistas y curiosos, quienes querían conocer el secreto de Knoche, pero la enfermera nunca lo reveló.
Finalmente, falleció en julio de 1926, casualmente también a la edad de 88 años. Su última voluntad fue la de que al morir, sus restos fueran colocados al lado de los otros cadáveres momificados, y que luego de esto, las llaves del mausoleo fueran botadas al mar, tal como lo había pedido Knoche en vida.
Carlos Henrique Reverón, de la casa Blohm de La Guaira, y el cónsul alemán en La Guaira, Julius Leisse, quienes conocieron por muchos años a Amalie, subieron a Bella Vista, le inyectaron la solución embalsamadora ya preparada de antemano por Knoche y la colocaron en su nicho en el mausoleo. Cerraron finalmente la puerta de hierro del mausoleo, pero dejaron caer la llave por la ventana en su interior, y no al mar, como lo indicarían en vida Knoche y Amalie.
Después de esto, como no se presentó ningún heredero, la hacienda pasó al abandono. Muchos visitantes irrespetuosos y violadores de tumbas profanaron el lugar, mutilaron los cadáveres y lo destruyeron todo en vana búsqueda de entierros de morocotas.
Una escalinata de cemento conduce a la entrada, una mole con una ventana y puerta de hierro, detrás de la cual reposan las seis criptas o nichos de cemento vacíos, donde antes yacían momificados cada uno de los integrantes de la familia Knoche, convirtiéndose en “El Panteón de las momias del Ávila”.
Además, se halla una réplica del soldado José Pérez y un perro. ¡Sí! Hasta los perros eran embalsamados y puestos como guardianes en la entrada de Bella Vista. Sin embargo, esta puerta permanece cerrada, debido a la falta de conciencia de algunos visitantes. Las verdaderas momias fueron retiradas hace más de cincuenta años.
La teoría del Dr. Knoche era que los cuerpos debían podrirse sin que los cubrieran la tierra y por eso hizo el mausoleo completamente aislado de la casa, con sus bóvedas de cemento para cada uno de ellos. Los nichos o sarcófagos se encontraban en fila, cubiertos las tres cuartas partes con lápidas de mármol y la otra cuarta, la superior, por un cristal reforzado con malla metálica, de manera que la cara y el cráneo podían verse, con la finalidad de poder observar o estudiar el proceso de descomposición.
Además, cada uno tenía una placa o inscripción donde aparecía nombre de la persona, fecha de nacimiento y muerte de cada uno de los miembros de forma cronológica. A los pies de las tumbas se encontraba una estrecha franja libre para dar cabida a dolientes y visitantes.