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Rostros del Ávila: una vida en la montaña 

El parque nacional El Ávila o Waraira Repano está colmado de historias. Aquí podrás conocer a la gente que convive con nuestra montaña amada y que ha hecho de ella su hogar. 

Álvaro Maestre, "La estación de Galipán"

En una de nuestras aventuras por San Isidro de Galipán, tuvimos la oportunidad de conocer a Álvaro Maestre, que aunque no es galipanero, tiene más de 15 años haciendo vida aquí, lo que lo hace sentir como en su primera casa. Una casa donde pudo echar a andar uno de sus sueños, su mayor pasión: la cocina.

 

Se estrenó en el teleférico, donde trabajó entre 2-3 años en un local, hasta que finalmente se atrevió a poner en práctica todos sus conocimientos, por lo que inauguró su propio negocio: "La Estación de Galipán" (súper recomendado por sus deliciosos platos).

Cuando le preguntamos qué hace de Galipán un lugar al que vale la pena visitar, destacó su temperatura prodigiosa (entre 15ºC en el día y hasta 9ºC en la tarde cuando baja el sol o en la noche cuando hace mucho frío). Además, mencionó las obras de restauración del teleférico hacia La Guaira,  que espera beneficie al turismo, que es de lo que más viven en la actualidad, además de las flores, el campo y los cultivos. 

Galipán es para él "un pueblo bendito en el centro de la montaña del Ávila o Waraira Repano", el cual antes de ser declarado parque nacional, era un caserío, habitado por canarios y descendientes de ellos. 

No obstante, también comentó que el Galipán sufre muchas penurias que nadie se digna a atender, entre estas, carecen de agua potable (se surten con el agua de la montaña, que si bien es pura, explicó que tiene muchos sedimentos por no ser tratada y para quien no está acostumbrado, puede caerle mal en el estómago); no poseen servicio de recolección de basura ni alcantarillado, esto último los ha obligado a hacer pozos sépticos que a la larga contaminan, se lamentó.

Gabriel Tomas, artesano, aprendiz de orfebre

Los artistas de calle también se hacen presentes en Galipán. Gabriel Tomas tiene varios años radicado en la zona y le aporta al poblado toda su creatividad, a través de las creaciones que confecciona: collares, pulseras, zarcillos, forman parte de su arsenal.

A nivel personal, señaló que la labor que realiza como artesano, “tiene una función en la cultura muy importante porque a través de ella se perpetúa la memoria. Además, estás contribuyendo a la satisfacción, el placer, que nos sintamos con más sentido de pertenencia, que nos guste el lugar donde vivimos”.

Oralis Aranguren, habitante del Camino de los Españoles

Oralis Pérez Aranguren es habitante del sector Campo Alegre, en el Camino de los Españoles. Sus helados sin mentir, son de los mejores que hemos probado en El Ávila, pura pulpa de las frutas que se cultivan en el sector. Su familia, los Aranguren, fueron los encargados durante muchos años de organizar la procesión de la Virgen de Lourdes.

Oralis nos recibió en su cálido hogar, donde pudimos conversar de muchos temas, entre estos nos contó también que su familia fue tiempo atrás, dueños del Castillo Negro y el Castillo de San Joaquín, también llamado “El Fortín”, en el Camino de los Españoles.

 

Se lamentó que las autoridades tengan el camino por el que transitó Bolívar tan descuidado y que, además, es la ruta de la Virgen cada 12 de febrero. 

Jesús Fabricio Guanches, el cuidador de Knoche

Una de las personas que tuvimos la dicha de conocer en nuestras rutas por El Ávila, fue Jesús Fabricio Guanches, descendiente de los primeros habitantes de Galipán y quien se ha encargado durante muchos años, y sin ningún tipo de remuneración,  de mantener la ruta hacia las ruinas del Dr. Knoche.

El lugar donde vive se llama San José de Galipán y su hogar queda justo al lado de donde comienza el camino a Knoche, por lo que si estás de visita por el lugar, no dudes en saludarlo y conversar con él, tiene muchas historias que contar. 

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