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Veintitrés años después de la expedición de Humboldt fue que se realizó una segunda ascensión a la Silla de Caracas. Fue el notable químico, agrónomo y naturalista francés Jean Baptiste Boussingaualt (1802-1887), acompañado de Mariano de Rivero, científico peruano. motivados por la creencia popular de que después del terremoto de Caracas de 1812, se había abierto un volcán en la montaña.

El tercer ascenso 

De izquierda a derecha: Jean Baptis Boussingaualt y Mariano de Rivero

El primer intento lo llevaron a cabo entre el 17 y el 18 de diciembre de 1822, pero quedó frustrado y solo pudieron llegar al Pico del Ávila, donde se levanta hoy el Hotel Humboldt. De este primer intento destaca que, en el regreso a Caracas, Bossingault se extravió y bajo solo por la quebrada Gamboa, dando saltos y tumbos, dejándose caer por las rocas o siguiendo en el agua el cauce de la quebrada.

El segundo intento, fue el 12 de enero de 1823. Lograron, bajo la guía del contrabandista Ignacio Pérez, alcanzar la cumbre del Oriental, a las 4 de la tarde, pero extenuados a causa del calor y la falta de agua. En esta oportunidad se logró determinar la altura del Pico Oriental en 2.643 m.s.n.m.

Como dato curioso, desde el Boquerón hasta Lagunazo, a falta de un camino mejor, habían trepado siguiendo el rastro de un jaguar.

 

En la cumbre de la Silla, Bossingault se encontró con la guarida de otro. Él también vivió una experiencia similar a la de Humboldt con las angelitas. Luego de buscar en vano la boca del volcán, emprendieron la bajada hacia Cachimbo y Sebucán. Al saberse en Caracas que no había tal volcán, las damas quedaron un tanto tranquilizadas.

Tuvieron que pasar otros 10 años para que se llevara a cabo el tercer ascenso a La Silla de Caracas. Este lo realizó  el ingeniero Juan Manuel Cajigal (1803-1856), fundador de los estudios matemáticos en Venezuela y Director de la Academia de Matemáticas de la capital en aquella época. El ascenso lo realizó el 31 de agosto de 1833, a la cabeza de 15 jóvenes estudiantes de la Academia de Matemáticas. 

Se incorporaron luego al rastro abierto por Humboldt y sus peones, alcanzando la cumbre del Oriental hacia las 4 de la tarde. Cajigal rectificó algunas de las observaciones erróneas de Humboldt, debido al poco tiempo que permaneció en la cumbre, donde además se había encontrado con el cielo nublado. Luego de una noche de frío a causa de la lluvia, regresaron al día siguiente por la misma ruta de la ida, y antes de las 4 de la tarde estaban en Caracas.

No fue esta la única vez que subió, pues hizo algunos viajes más siempre con fines de estudio.

Se trató de un trabajo de campo, en el que realizaron mediciones y observaciones. Gracias a las condiciones atmosféricas, resultaron ser más completas que las de HumboldtSubieron por donde está ahora el PGP Chacaíto, pasaron la Loma de Matamoros, atravesaron la quebrada Ávila y se hospedaron en la casa del hacendado cafetalero Juan Manuel Matamoros, quien se ofreció a guiar al grupo hasta La Ciénega (Lagunazo).

Otros ascensos

Otro que subiría a la Silla del Ávila sería el botánico alemán Eduardo Otto, quien llegó a Caracas en marzo de 1840. Realizó numerosas muestras en la quebrada Chacaíto y Quintero, quedando asombrado por la extraordinaria vegetación tropical. Cajigal fue quien se ofreció a conducirlo a La Silla, junto a unos estudiantes de la universidad. También los acompañaron los peones y cargadores, para un total de 23 personas.

Luego siguen muchas más, entre éstas cabe destacar la del 25 de marzo de 1840, en la que participaron G.A. Williamson, encargado de negocios de USA con R. Graham Esa, 2 peones Cayetano y Gabriel, y su sirviente Pedro.

 

Como anécdota de esta ascensión, cabe resaltar que cuando llegaron al Pico a las 7: 00 p.m. para celebrar tan fausto acontecimiento, lanzaron dos cohetes y después 6 cohetes más a las 9 p.m. lo que causó gran pánico a los habitantes de Caracas, pues creyeron que se trataba de la erupción de un volcán, confirmando así la creencia general de que La Silla era un volcán.

La ascensión del diplomático brasilero Miguel María Lisboa, fue realmente notable, pues este subió a La Silla por el rumbo más corto, difícil y penoso como lo es el estribo de Cachimbo.

 

El ascenso lo realizó el 28 de noviembre de 1852, acompañado de cuatro personas más y seis peones. Además les llovió durante la subida y la estadía en la cumbre, que alcanzaron hacia las 2 de la tarde, y donde fueron molestados no por angelitas ni avispas, sino por abejorros. Solo a las 4 de la tarde aclaró el tiempo y entonces se puedo ver la inmensidad del paisaje. Bajaron a oscuras por la ruta de la subida. Al día siguiente, el consejero Lisboa no pudo ni levantarse de la cama y ocho días después todavía tenía las rodillas hinchadas.

Otro que subiría a la Silla de Caracas por la fila de Cachimbo, fue el comerciante inglés James Mudie Spence (1836-1878),  con seis compañeros y un perro, entre el 6 y el 8 de abril de 1872. Entre los acompañantes estaban Simón Vaamonde, General Luciano Urdaneta, Anton Goering y Manuel Monserrat. 

 

Esta ruta suele frecuentarse hoy día y se pasa luego por un mirador llamado “Cabeza del Elefante” o “Piedra del Elefante” (2.050 m.s.n.m.), denominado así pues las rocas asemejan la cabeza de este animal. Luego se corona la cima del Pico Oriental.

Spence en su libro “The Land of Bolívar” (1878), señala que desde la cumbre del Oriental se puede ver al norte, las islas de Los Roques, Las Aves y La Orchila; al sur, los Llanos de Guárico; al este, el pico Naiguatá; al sureste, los valles de Guarenas y Guatire; al oeste, el pico Occidental de la Silla de Caracas y el Picacho de Las Colonias, hoy en día llamado Picacho de Galipán; y al suroeste, los valles de Aragua, las montañas de Agua Negra y Tiburón, y los picachos de la Colonia Tovar.

Tras diferentes mediciones barométricas, realizadas por estos y otros expedicionarios, la altura final de la Silla de Caracas fue fijada por Eduardo Röhl, quien en 1935, por encargo del gobierno nacional, también determinó la altura de varios puntos notables de la Cordillera de la Costa.

Altura final de La Silla

Las medidas de Rohl establecieron la altura del Pico Oriental en 2.640 m.s.n.m., la del Pico Occidental en 2.478 m.s.n.m., y la del Pico Naiguatá en 2.762,77 m.s.n.m.

 

Estos primeros ascensos constituyeron acontecimientos notables de la época, a tal punto que fueron registrados en la prensa, boletines y revistas. Hoy en día, las ascensiones a la Silla de Caracas se hacen muy a menudo por las mismas rutas que transitaron estos exploradores pioneros.

El segundo ascenso

A la mañana siguiente, salieron rumbo a la Loma del Cuño y luego hacia la cumbre del Ávila: desde aquí bajaron al Boquerón y treparon al Lagunazo, que alcanzaron hacia las 10. Localizaron las cabeceras de la quebrada Chacaíto, pasaron el Pico Occidental sin darse cuenta, a causa de un mar de nubes, y también entre una nube de angelitas, que resultaron ser “angelitos malos”, como decía Cajigal, pues pican sin necesidad de que los molesten.

Del ascenso de Spence cabe destacar que en la noche encendieron una fogata y se pusieron a lanzar cohetes. Esto hizo revivir la antigua profecía, según la cual El Ávila se volvería un volcán que destruiría a Caracas. Este ascenso le permitió observar con un larga vista la mole del Naiguatá y se propuso en ser el primero en poner los pies sobre la cima, hazaña que logró llevar a cabo 15 días después, el 23 de abril.

 

Con los años, también algunas damas se contagiaron con el deporte de las alturas y en 1905, cuatro de ellas, con alpargatas, largas faldas y sombreros de ala ancha, treparon por Cachimbo al Pico Oriental, para palpar desde la Silla de Caracas, el cielo azul que nos cobija.

Otros ascensos a La Silla 
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