
El teleférico de la cresta, inaugurado en 1956, funcionó poco tiempo debido al escaso mantenimiento que se le dio luego de finalizada la dictadura de Pérez Jiménez.
El primer teleférico en ser cerrado fue el de la cresta

La administradora del hotel (Conahotu) alegaba que los motores se recalentaban mucho, lo que lo mantenía inactivo gran cantidad de días. Sin embargo, éstos fueron probados en Alemania durante lapsos de 200 horas continuas, bajo diferentes temperaturas y tensiones, sin presentar problemas o falla alguna.
En 1962 el servicio fue paralizado definitivamente y Conahotu resolvió el problema de movilidad de los huéspedes comprando un vehículo Mini-Bus alemán, marca y modelo: Tempo/ Matador, de 16 puestos, transportando el doble de pasajeros que una sola cabina del monocable.

El teleférico Caracas-litoral
El teleférico del litoral fue clausurado en 1961 por asuntos políticos, al ser considerado por el gobierno de entonces, presidido por Rómulo Betancourt, como una “construcción sin sentido de la dictadura”. Sin embargo, para 1965, una comisión de la compañía alemana Heckel hizo una revisión del sistema teleférico y aprobó su reapertura que sucedería en 1967, cuando Raúl Leoni ordena reactivar el teleférico del litoral y sus estaciones para el disfrute del público en general.
Desde entonces funcionó sin contratiempos, hasta que en 1977 un incidente ocurrido en el tramo de Caracas cambiaría el destino de tan grandiosa obra como lo fue el teleférico Caracas-Ávila-Litoral.

Las centenares de personas que se hallaban en la estación Ávila y en un evento dentro del Hotel Humboldt, tuvieron que descender por medio del sistema teleférico del litoral, mientras que otros, debido al pánico ocasionado por miedo a otra falla, se aventuraron a bajar caminando la montaña hacia el sector Cotiza.
El teleférico de Caracas dejó de funcionar exactamente el lunes 9 de agosto de 1977, cuando un cartel ordenado a publicar del gobernador Diego Arria indicaba: “Cerrado hasta nuevo aviso”. Mientra que, el teleférico del litoral, fue paralizado unos meses para una exhaustiva revisión técnica, volviendo a operar nuevamente desde 1979 hasta 1987, únicamente fines de semana.

La reapertura temporal
En 1984, el gobernador Carmelo Lauría intentó reabrir el teleférico del lado de Caracas, pero no cumplió su promesa. Entre 1984 y 1985 se hicieron arduos trabajos para recuperar las estaciones, la pista de patinaje sobre hielo y la caminería hacia el Hotel Humboldt, que se había deteriorado notablemente tras su abandono.
En 1986, durante el gobierno de Jaime Lusinchi, se reinauguró nuevamente el sistema. Como dato curioso, no se sabe aún por qué el presidente no participó en la gran fiesta. Largas colas y grandes expectativas llenaron a todas las personas, quienes asistían todos los días a la avenida principal de Maripérez. Sin embargo, aquella felicidad no duró mucho, pues tan solo 10 meses más tarde, volvió a aparecer el cartel: “cerrado hasta nuevo aviso”, pero esta vez por una ruptura del cable hacia el litoral, afortunadamente sin pasajeros en las cabinas.


En enero de 1987, dejó de operar definitivamente la línea Ávila-Litoral, poniendo fin a este glorioso sistema, por fallas técnicas, pero sobre todo políticas, que hicieron que fuera completamente abandonado. Aun hoy, es posible visitar la estación Galipán del tramo hacia el litoral, mejor conocida como El Lirón.
El cierre del Hotel Humboldt
El Humboldt, más que funcionar para el alojamiento de turistas, fue un hotel para clase lujosa, cuya posición y condiciones de acceso exclusivo lo hacían extraordinario. Desde sus inicios, fue famoso por ser escenario de famosas fiestas y eventos sociales, que reunía a lo más acaudalado de la sociedad de la época, tanto durante el mandato de Pérez Jiménez como posteriormente.
Sin embargo, estas condiciones que lo hacían extraordinario, fueron quizás las que lo llevaron a su ruina, pues los visitantes en capacidad de pagar tan elevadas tarifas, lo hacían interesante para una breve visita (una noche o dos), pues era un lugar aislado y sin otros puntos de interés más que pasar la noche.

De esta manera, la gerencia del hotel se vio obligada a migrar a una clientela más de clase media: turistas extranjeros de nivel medio, algunos venezolanos o para los recién casados caraqueños que buscaban pasar su luna de miel en un lugar inolvidable. Esto llevó a que, con el transcurso de los años, y de forma acentuada después de la caída de Pérez Jiménez, la venta de boletería no alcanzara para cubrir los gastos operativos y de mantenimiento del sistema.

Cuando asumió las riendas Sheraton, el estado de deterioro del hotel era tal, que solo pudo arrancar con 18 habitaciones y la disco con pista giratoria. Los problemas logísticos eran grandes. Los alimentos, por ejemplo, debían ser subidos diariamente por teleférico, pero este operaba a las 6:00 a.m, provocando que los desayunos no pudiesen estar servidos antes de las 8:00 a.m. El hotel entró en quiebra. A finales de 1969 cerró sus puertas por primera vez, resentido parcialmente en su estructura, además, por los efectos del terremoto que asoló a Caracas el 29 de julio de 1967.
En 1971, el gobierno interviene el Humboldt para convertirlo en un centro de conferencias, pero esto fracasó, el hotel se mantenía cerrado.

En 1975, el hotel sería transformado en “Escuela de Hotelería Mundial”. Esta decisión se ratificó en Manila en noviembre de 1980, donde se celebró una reunión de Organización Mundial de Turismo (OMT), en cuyo proyecto estaban comprometidos Corpoturismo e Incatur y deseaban participar otros organismos como la Universidad Metropolitana y la Simón Bolívar.
En la escuela de hotelería estudiarían jóvenes venidos de otros países becados por sus respectivos gobiernos. También se prepararía personal venezolano que tendría como objetivo planificar, promover y desarrollar con alto sentido técnico y conocimiento universitario, el turismo nacional. Sin embargo, este proyecto se vino abajo cuando, en 1977, tiene lugar la falla en el tramo del teleférico hacia Caracas, que obligó al cierre de las instalaciones.

Entre 1977 y 1986, el Humboldt permanece cerrado, abandonado, esperando reabrir. Muchos querían convertirlo en una cárcel, otros en hospital, un enviado de EE.UU quiso convertirlo en la mansión Playboy Caracas. Sin embargo, nada de eso hizo que Humboldt abriera hasta 1986.
En 1986, el hotel abrió sus puertas después de haber sido remodelado. Lo administró Blanca Ibañez, amante y esposa de Jaime Lusinchi. El teleférico de Caracas también abrió ese año. Las habitaciones fueron remodeladas pero el hotel no abrió sus puertas al turismo, sino que, al contrario, lo mantenían para fiestas privadas del gobierno. Muchos critican que realizó grandes remodelaciones que alteraron en gran medida su aspecto original, como la creación de varios salones salones de estilo “alemán”, “francés”, entre otros.

A partir de 1989, el Hotel Humboldt y el teleférico fueron abandonados. Nadie quería administrar las obras. Durante los periodos de abandono sufrió hurtos, daños por filtración daños por fatiga de materiales, entre otros. En 1999, toda la zona adyacente a la piscina se fue cerro abajo por el deslave de Vargas. Afortunadamente, la piscina se mantuvo en pie.
El hotel está siendo remodelado desde 2010, cuando aún estaba con vida el fallecido presidente Hugo Chávez, sucediéndose años y años de abandono. Finalmente, se espera que sea reinaugurado en pocos meses. De acuerdo con el presidente Maduro será el "primer hotel siete estrellas de Venezuela".
Entre la última semana de julio y la primera de agosto, empezaron a presentarse muchas fallas de funcionamiento en el tramo de la capital, debido a la falta de mantenimiento del sistema. Finalmente, el 8 de agosto de 1977 se produce el incidente, tan solo días antes de la sustitución de los cables tractores que se encontraban desgastados.
En el hecho, 65 personas quedaron atrapadas durante 12 horas, en cuatro cabinas. Esto ocurrió alrededor de las 6: 30 p.m. Entre los pasajeros había personas mayores, niños y turistas extranjeros, lo que hacía la situación más complicada. Por fortuna, tres de las cabinas quedaron guindando próximas al terreno, facilitando su pronto desalojo; sin embargo, la última cabina guindaba en un abismo de 260 metros, lo que obligó a que los pasajeros debieron ser desalojados a las 5:00 a.m. de la mañana siguiente por medio de sacos de lona y guayas de rescate.

Previamente, el arquitecto Tomás Sanabria habría advertido que un aspecto fundamental para garantizar el funcionamiento de tan grandiosa obra, era instalar un casino en el hotel, pues no alcanzarían los ingresos provenientes del alquiler de las habitaciones y los boletos para el teleférico. Pero el General nunca estuvo de acuerdo, pues no aprobaba los juegos de azar.
Entre 1965 y 1969, ya con el sistema en estado crítico, se le otorgó la concesión a la cadena hotelera Sheraton, esperando obtener mejores resultados. Sin embargo, durante este periodo, sufrió muchos cambios en el interior que dañaron su estética y perjudicaron su correcto funcionamiento. Redujeron, por ejemplo, el almacén de la cocina, lo que obligaba a que el comedor a veces tuviese que cerrar. Los costos de las habitaciones se elevaron y las fallas en cuanto al servicio al cliente se intensificaron.
