
El 1 de julio de 1954, el General Pérez Jiménez aprobó el proyecto de construcción del teleférico hacia la cumbre del Ávila, el cual originalmente comprendía el teleférico Caracas-Litoral, pero además dos teleféricos que no llegaron a realizarse, uno en Catia hacia los Castillos y Fortines, y otro hacia el Pico Naiguatá, que pasaría por la Silla de Caracas y de allí al Pico Ávila.

Casi inmediatamente después de la aprobación e inicio de los trabajos del sistema teleférico, en 1954 el ministro de fomento de Pérez Jiménez, Silvio Gutiérrez, propone la idea de coronar la cima de la montaña con un lujoso hotel, con más de 400 habitaciones para uso exclusivo de la academia militar.
Más tarde, se construiría el teleférico de la cresta, que permitía trasladar a los visitantes desde la estación Ávila (hoy Warairarepano) hasta el lobby del hotel.

El General Pérez Jiménez quedó encantado con la propuesta de Gutiérrez. Para el trabajo del hotel se llamó a Tomás Sanabria, joven arquitecto venezolano graduado en la Universidad de Harvard, quien había erigido el edificio de la Electricidad de Caracas. Tenía entonces 34 años y dirigía la Facultad de Arquitectura de la Universidad Central de Venezuela (UCV).
A las semanas ya tendría los primeros bocetos, sin embargo, el gobierno decide darle prioridad al teleférico, por lo que le solicitan que diseñe la estación Ávila y luego continuara con el hotel.


En cuanto al hotel, la propuesta inicial de Sanabria, se basaba en un hotel reducido, con solo 13 dormitorios tipo cabañas dispuestos en la zona norte del pico, viendo al mar, hacia el lado de Galipán.
Además, incluía la propuesta de un casino (figura en amarillo), considerado por el arquitecto, como la única manera de hacer rentable el hotel.

Tanto la idea del hotel como del casino de Sanabria, fueron rechazadas por Pérez Jiménez, quien exigía un número mayor de habitaciones (unas 300) y obviar la idea del casino, pues aborrecía sobremanera los juegos de azar.
Aunque en principio Sanabria se sintió descontento y desilusionado, luego no dudó en asumirlo como un gran reto, e invitó al ingeniero Oscar Urreiztieta para que participara en la obra como responsable de realizar los cálculos estructurales de la misma. Este intercambio influyó enormemente en el diseño del conjunto final, comprendido en un hotel de 70 habitaciones, en una torre circular de 14 pisos, en la cima del Pico Ávila.

Es de destacar también, que la primera maqueta dibujada por Sanabria, contemplaba el espacio del hotel como una especie de isla (destacado en amarillo), apartada completamente de la estación del teleférico, esto para respetar la privacidad de los huéspedes del hotel como para alentar a los visitantes del teleférico a bajar al pueblo de Galipán.
Sin embargo, este proyecto del “hotel isla” no pudo llevarse a cabo, y en cambio, se construyó una carretera de servicio, que posteriormente se convirtió en caminería y las personas podían acceder hasta el hotel.

El sistema teleférico original contaba con dos tramos. El primero, partía de la estación Maripérez (ubicada sobre el valle de Caracas) hasta la estación Ávila (hoy Warairarepano), desde donde partía el segundo tramo hacia el litoral, teniendo como punto final la estación El Cojo.
Desde la fecha de aprobación del proyecto por Pérez Jiménez, Heckel contaba con tan solo 6 meses para entregar el primer tramo del teleférico (de Maripérez al Pico Ávila), pues el general lo quería totalmente operativo para mediados de diciembre, pues en esta fecha se celebraba el lema de su gobierno “El Nuevo Ideal Nacional”.


Los creadores del complejo
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Los sistemas teléricos fueron elaborados por la compañía alemana Heckel bajo la supervisión del Ministerio de Obras Públicas y del propio Pérez Jiménez. La comisión enviada de Alemania se instalaría en una casa del pueblo de Galipán, donde planificaría la obra, que tuvo un costo de 26 millones de bolívares (incluidas el Hotel Humboldt).

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Las estaciones de Maripérez y El Cojo (en Macuto) estuvieron a cargo del arquitecto venezolano Alejandro Pietri Pietri, quien además se desempeñó como profesor universitario. Diseñó importantes proyectos post modernistas en el siglo XX tanto en Venezuela como en otros países.

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Las obras civiles (el hotel, las estaciones y las caminerías) fueron construidas por la empresa venezolana ENECA y Precomprimidos, C.A.; además estuvieron a cargo de las obras los ingenieros Oscar Urreiztieta y Gustavo Larrazábal.

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El paisajismo se encomendó al brasileño Roberto Burle Marx –autor del diseño del Parque del Este–, debido al corto tiempo nunca se llevó a cabo.

Un hotel en las alturas
¿Turismo o defensa?
Estas obras buscaban conectar a Caracas con el Litoral, de manera de ofrecer a los turistas recién llegados al puerto, un medio de transporte cómodo y rápido hacia la capital, teniendo además la opción de alojarse en el Hotel Humboldt. Tomando en cuenta que para esa época no se había culminado la autopista Caracas-La Guaira, indudablemente incrementaría el turismo.

Sin embargo, hay quienes sostienen que tanto el teleférico como el hotel respondían a fines estrictamente militares. Se había considerado al hotel para uso exclusivo de la academia militar, mientras que las cabinas del teleférico estaban proyectadas para albergar 28 personas (24, sentadas, 3 de pie, más el operador), de manera de poder movilizar 800 personas o soldados por hora.
El mismo Pérez Jiménez aseguraba que la obra era ejecutada con un sentido estratégico militar, pues facilitaba un rápido acceso hacia la cumbre de la montaña, el movimiento hasta el litoral central y permitía dominar a la vez tanto la vertiente norte como la vertiente sur, hacia la capital.

Un documento de Funivie señala que posiblemente el factor decisivo para la construcción del complejo respondía a que era el sistema perfecto para poner a salvo al presidente en caso de disturbios o levantamientos populares en Caracas, y permitirle la fuga al extranjero.
De esta manera, el General Pérez Jiménez podía escapar en el teleférico hasta el hotel y de allí proseguir hacia el mar, cerrando todo el sistema, pues las plantas motrices se encontraban en la montaña. Esto le confería una notable ventaja y le daba la oportunidad de huir en avión o barco.
El teleférico más moderno del mundo
A pesar de los fines militares a los que se atribuye la creación del complejo, lo cierto es que ambas obras fueron utilizadas desde el inicio únicamente para el esparcimiento, turismo y recreación. Su impacto fue tal que, el mismo año de la inauguración del sistema, más de un millón de personas disfrutaron de la majestuosa infraestructura.


Durante mucho tiempo, representó el teleférico más moderno del mundo, siendo una de las obras más importantes de este tipo por la longitud del trayecto, la capacidad de las cabinas, tecnología empleada y dificultad de montaje informada en la época de su construcción.

El Ministro de Obras Públicas de Pérez Jiménez, Julio Bacalao Lara, comisionó al ingeniero Gustavo Larrazábal para que viajase en compañía De Bertren a Europa, a estudiar los distintos tipos de teleféricos que había en la zona de Los Alpes.Terminan decidiéndose por la firma alemana Heckel, por su amplia trayectoria en la construcción de este tipo de sistemas.
La estación Ávila, era denominada por Sanabria como “Área pública”, pues allí se ubicarían las áreas sociales como la fuente de soda y la pista de patinaje; además de todo el conjunto del sistema teleférico.
El hotel de Sanabria

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Para el diseño del hotel se comisionó al arquitecto venezolano Tomás Sanabria, quien además se encargó de diseñar la estación del teleférico y las áreas públicas. Fue creador de obras emblemáticas de Caracas como el edificio del Banco Central de Venezuela, el edificio de la Electricidad de Caracas, la sede del INCES en la avenida Nueva Granada, Foro Libertador, entre otras.
El plan original del teleférico comprendía recibir a los turistas en Maiquetía o La Guaira, trasladarlos por la estación El Cojo hasta el Ávila, desde donde después tomarían el trasbordo hacia Caracas, para ser recogidos en la estación Maripérez, por buses que les harían el acostumbrado recorrido por la ciudad y sitios históricos. El regreso comprendía la misma vía por el sistema o por la autopista a Maiquetía y La Guaira.

Estos proyectos permitieron a la capital ganar además una atracción única, pues con el teleférico, en pocos minutos se podía ir de Caracas al Pico Ávila, con el clima relativamente frío de la selva nublada, y luego bajar por otro tramo del teleférico hasta las playas del litoral, con un clima seco y caliente.
Se podía contemplar en un primer tramo, la ciudad y el valle de Caracas en su máximo esplendor; mientras que, por el otro, se podía apreciar la otra cara del Ávila, pasando por encima de hermosos sembradíos de flores y frutos de los hogares de Galipán, hasta posarnos en la costa.