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En el Parque Nacional El Ávila o Warairarepano existen algunos pequeños asentamientos humanos que el Plan de Ordenamiento y Reglamento de Uso, Gaceta Oficial N° 4.548 denomina como “población autóctona”, por haber habitado sus respectivos espacios desde antes de la declaratoria como área protegida, el 12 de diciembre de 1958.

Al considerarlas como “Zonas de Uso Poblacional Autóctono”, permite desarrollar en ellas actividades de investigación, científica, educación ambiental, recreativas, deportivas y turísticas. Asimismo, se accede en estos asentamientos a la puesta en práctica de actividades agrícolas tradicionales como la horticultura, floricultura y cultivos, siempre que sean compatibles con el carácter de área protegida del parque.

La primera persona que logró ascender a la cima de la Silla fue Alexander von Humboldt (1769-1859), acompañado por su inseparable compañero de viaje, el botánico francés Aimé Bonplad (1773-1858), quienes a mediados de diciembre de 1779 llegaron a Caracas en un famoso viaje de estudio.

La ascensión se realizó el 02 de enero de 1800, en compañía de 16 esclavos. Salieron desde la Granja de Gallegos, en la parte alta del actual Country Club, a las 5 de la mañana.

Iniciaron el recorrido entre las quebradas Chacaito y Quintero; es decir, por Loma Serrano (actualmente Loma Sabas Nieves), por un sendero estrecho trazado en la pendiente y cubierto de césped; estribo que converge en la llamada "Puerta de La Silla" (1.325 m.s.n.m.), que es donde hoy se cruzan o bifurcan los caminos de Quebrada Las Adjuntas - Chacaíto hacia el oeste y hacia el noreste: No Te Apures-la Fila- Asiento de la Silla, Pico Occidental y Pico Oriental.  

A continuación un extracto del relato de Humboldt de la primera parte del trayecto, para que se imaginen lo difícil de este primer ascenso y la importancia de esta ruta, que es frecuentada cientos de veces hoy día. El camino actual sigue, a grandes rasgos, la ruta abierta por estos exploradores. 

Tras cuatro horas de camino por sabanas ascendentes, Humboldt hace referencia a un bosque de arbustos y árboles denominado “El Pejual” (Pesgual), por la abundancia de “pesgua”, planta de hojas muy olorosas; esto a unos 1.832 m.s.n.m. Posiblemente, se trate de la zona que hoy conocemos como No Te Apures (1.800 m.s.n.m.).

La afirmación anterior se debe, a que dice haber visto una quebrada hacia el este donde abundaba un bosque de palmas, la “Palma Real”. Este bosque todavía existe, en las cabeceras de quebrada Seca y quebrada Pajaritos. Se llama también Palma Bendita, que recolectan los Palmeros de Chacao para las fiestas religiosas del Domingo de Ramos

Primeras ascenso a La Silla de Caracas

Humboldt señala que estos espacios eran ocupados por altas sabanas, pero, muy particularmente se refiere a un tipo de vegetación que lo hizo recordar a la propia de los páramos, ya en la cumbre, es decir, la vegetación tipo subpáramo. Entre las muchas plantas que clasificó en La Silla, sobresale la Rosa del Ávila

Esta depresión o valle al que se refiere Humboldt, es conocido hoy como  “Asiento de la Silla” por el parecido que tiene vista desde Caracas a una silla de montar.

La hondonada del Asiento de la Silla (2.350 m.s.n.m.) donde se halla la separación de los picos Oriental (2.630 m.s.n.m) y Occidental (2.480 m.s.n.m.), las dos cumbres de La Silla, fue de hecho el primer accidente geográfico de la Cordillera que lograron identificar los marinos que venían desde Margarita y Cumaná, y se dirigían a La Guaira. Servía como punto de referencia para los hombres del mar que buscaban el puerto del litoral. Lo conocían como Silla o Ensilladura de Caracas.

Siguiendo la ruta de Humboldt, dice haberse encontrado con una gran masa de neblina, que los hizo titubear si podrían llegar al Pico Oriental, el segundo más alto del parque, con 2.640 m.s.n.m., antes de que cayera la noche. 

Llevaban alrededor de nueve horas caminando sin dar con un manantial. Tanto fue la desesperanza, que los guías estuvieron a punto de regresar, pero Humboldt y Bonpland, tras mucho esfuerzo, lograron convencerlos de lo contrario, a pesar de contar con pocas provisiones de alimentos. Por fortuna, el tiempo mejoró en minutos. 

 

Actualmente, el recorrido hacia el Oriental, debe hacerse con suficiente agua (al menos 2 litros), pues la última toma es en el Refugio No Te Apures, en una quebrada que está hacia el oeste, a unos 5 minutos. 

En palabras de Humboldt: 

Como se señaló anteriormente, La Silla posee dos cumbres o prominencias: el pico Oriental, que es al que generalmente se alude cuando se habla de La Silla y el "pico" Occidental, que en realidad consta de dos alturas próximas, cuyo perfil recuerda los pechos de una mujer acostada.

Cabe destacar que La Silla de Caracas es la segunda de las elevaciones del parque con sus dos picos. El punto más alto es el Naiguatá, con sus 2.765 m.s.n.m.

La Puerta de la Silla

Apenas llegó a Caracas, Humboldt se sintió atraído por  la "Silla del Ávila", como entonces se le decía. Al preguntar sobre su altura, nadie pudo informárselo, pues ningún hombre la había visitadoPara la época, ni siquiera los cazadores se atrevían a subir a las altas cumbres. La ciudad era muy pequeña, estaba rodeada de haciendas y cultivos; nadie entendía por qué tomarse tanto trabajo para hacer unas mediciones altimétricas o meteorológicas, y recoger muestras de plantas silvestres. Además, con la Guerra de independencia, eran otras sus preocupaciones.

Finalmente, cuando tomó la determinación de subir a la cumbre, ningún hombre de letras ni apasionado de las ciencias quiso acompañarlo. Solo logró conseguir unos peones negros de la hacienda Blandín para que cargaran los instrumentos y abrieran una pica. 

A continuación otro extracto del insigne explorador cuando se aproximaba a lo que hoy conocemos como "El Asiento de La Silla".

El Asiento de la Silla
La Silla de Caracas

Cuando Humboldt llegó al Oriental, la cima máxima de La Silla, eran alrededor de las 2-3 de la tarde, lo lograron tras centenares de percances que estuvieron a punto de frustrar la expedición. En su descripción, Humboldt comenta que desde la Silla se deberían ver las islas Tortugas, Orchila, Roques y Aves, pero que lamentablemente no pudo disfrutar de esta magnífica vista debido a las condiciones adversas del tiempo. Por estar seguramente nublado, no advirtió Humboldt tampoco la presencia del Pico Naiguatá, que tiene una elevación de 125 metros mayor que la de La Silla. 

Humboldt destaca por haber encontrado pruebas geológicas que le permitieron afirmar que la cordillera había sido un terreno plano. Además, reportó que la inclinación de la pendiente desde la cumbre de La Silla hasta Caraballeda, en el litoral, era de 53° respecto al horizonte, unas de las pendientes más fuertes encontradas en aquel entonces en una cadena montañosa (esto posteriormente sería desmentido), sin embargo, sirvió para darle fama internacional a la Silla y a Caracas.

Fue, además, el primero que midió la altura de la Silla de Caracas por medio de un barómetro de mercurio y obtuvo una altura de 2.660 m.s.n.m., la cual difiere solo 20 metros del valor aceptado hoy en día (2.640 m.s.n.m).

Las abejas velludas

Relata Humboldt también sobre las extrañas abejas velludas que habitan estas regiones altas, que por temporadas están un tiempo en La Silla y otro en el Pico de Naiguatá. A estas abejas le dicen "Angelitos" y se suelen observar en las hojas de incienso.

El regreso

Cuenta Humboldt que alrededor de las 4:30 p.m., felices con el éxito del viaje, desintieron de la idea de pasar la noche entre los dos picos de La Silla, y emprendieron la bajada.

Fueron recibidos en Caracas con gritos, música y un espléndido banquete. Llegaron a las 10:00 p.m., cansados y con sed, tras la caminata interrumpida de 15 horas. Humboldt describiría así la última parte del trayecto: 

Posteriormente, muchas otras personalidades ascendieron a la Silla de Caracas por la histórica ruta de Humboldt, entre las quebradas Chacaíto y Quintero. Entre ellos Eduardo Otto, botánico alemán; Jean Jules Linden, botánico luxemburgués que visitó Caracas en 1842 y que contribuyó al avance científico en el campo de la botánica; Karl Moritz y Adolf Ernst, botánicos y naturalistas alemanes; el explorador y naturalista venezolano Alfredo Jahn. También cada destacar las exploraciones y recolecciones botánicas realizadas por Henry Pittier en la Cordillera de la Costa durante los años de 1913 a 1948.

Actualmente, es raro un fin de semana que no se realicen ascensiones al Ávila y especialmente desde la instalación del teleférico Maripérez-Ávila, con cuya ayuda se llega a La Silla en solo 4 horas de marcha efectiva.

La histórica ruta de Humboldt 

Atravesamos el paso estrecho de las rocas el cual nos condujo del promontorio de la “Puerta de la Silla” al dorso de la gran montaña. Desde allí la vista penetra en dos valles llenos de una espesa vegetación (…)  La pendiente se presenta cada vez más rápida desde el sitio de “La Puerta” y para poder avanzar nos veíamos obligados a inclinarnos excesivamente hacia adelante (...). Esta subida más fatigante que peligrosa, desalentó a las personas que nos habían acompañado desde la ciudad y que no estaban acostumbrados a trepar montañas     .

Trepamos una parte del Pico Occidental para bajar a la depresión o valle que separa las dos cumbres de La Silla. Allí tuvimos que vencer grandes dificultades a causa del vigor de la vegetación. Nos fue preciso abrirnos un sendero (...) Continuamos dirigiéndonos al Pico Oriental (2.640 m) al cual debíamos llegar      .

De pronto el viento del este empezó a soplar con impetuosidad del lado del mar. El termómetro se elevó hasta 12,5°C. En menos de dos minutos desaparecieron las nubes y los dos conos de La Silla se mostraron a nuestra vista en una proximidad extraordinaria      .

Mientras estuve sentado ocupado en determinar la inclinación de la aguja imantada (el Pico Oriental), tuve las manos cubiertas de una especie de abejas velludas, un poco más pequeñas que las abejas melíficas del Norte de Europa. Estos insectos hacen su nido en la tierra, rara vez vuelan y por la lentitud de sus movimientos pude haberme figurado que se hallaban entumecidas por el frio de las montañas. El pueblo de aquellas regiones las llaman “angelitos” porque rara vez pican (….) Aseguraban nuestros guías que estos insectos no se arman en defensa propia sino cuando se las irritaba agarrándolas por las patas, pero, no me dieron tentaciones de hacer la prueba en mí mismo     .

(…) Nos sorprendió la noche a más de 1.754 m de altura. En los trópicos se pasa súbitamente de la mayor claridad del día a las tinieblas. La luna se asomaba sobre el horizonte y su disco de cuando en cuando, se cubría de espesas nubes que arrastraba un viento frío e impetuoso (...) Caminábamos formando una larga hilera y tratando de ayudarnos con las manos para no rodar al caer. La bruma había desaparecido poco a poco en el fondo del valle; las luces esparcidas que veíamos debajo de nosotros causaron una doble ilusión y durante las seis horas de descenso continuo estuvimos creyendo que estábamos siempre a igual cercanía de las granjas situadas al pie de La Silla      .

(…) teníamos la planta de los pies maltratados por la aspereza del suelo pedregoso y por las raíces duras y secas de las gramíneas. Tuvimos que quitarnos las botas cuyas suelas se habían puesto demasiado resbaladizas. En las pendientes desprovistas de maleza o hierbas leñosas, se disminuye el peligro de las bajadas andando con los pies descalzos. Para cortar el camino, nos condujeron de la Puerta de La Silla a la Granja “Gallegos” por un sendero que conduce a una represa de agua “El Estanque” aproximándonos a la quebrada de Chacaíto. El ruido de la cascada dio a esta escena nocturna un carácter grande y salvaje     .

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